1 Corinthians 16

EPÍLOGO

Acerca de la colecta

1En cuanto a la colecta para los santos, según he ordenado a las Iglesias de Galacia, haced también vosotros
1. Los santos o cristianos a que se refiere el Apóstol, son los pobres de la Iglesia de Jerusalén. Cf. Hch. 24, 17; 2 Co. cap. 8 y 9; Rm. 15, 26.
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2El primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte para sí lo que sea de su agrado, reservándolo, no sea que cuando llegue yo, se hagan entonces las colectas
2. Como se ve, ya los primeros cristianos santificaban el primer día de la semana, o sea, el domingo, sustituyéndolo al sábado del Antiguo Testamento. Cf. Jn. 20, 1 y nota.
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3Y cuando yo haya llegado, a aquellos que vosotros tuviereis a bien, los enviaré con cartas, para que lleven vuestro don a Jerusalén; 4y si conviene que vaya también yo, irán conmigo.

Planes de viaje

5Iré a veros después de recorrer la Macedonia; pues por Macedonia tengo que pasar. 6Y puede ser que me detenga entre vosotros y aun pase el invierno; para que me despidáis a dondequiera que vaya
6. El Apóstol pasó el invierno en Corinto (Hch. 20, 1-3).
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7Porque esta vez no quiero veros de paso, y espero permanecer algún tiempo entre vosotros, si el Señor lo permite. 8Me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés; 9porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y los adversarios son muchos. 10Si Timoteo llega, mirad que esté entre vosotros sin timidez, ya que él hace la obra del Señor lo mismo que yo. 11Que nadie, pues, le menosprecie; despedidle en paz para que venga a mí, porque le estoy esperando con los hermanos. 12En cuanto al hermano Apolo, mucho le encarecí que fuese a vosotros con los hermanos, mas no tuvo voluntad alguna de ir ahora; irá cuando tenga oportunidad.

Exhortaciones y saludos

13Velad; estad firmes en la fe; portaos varonilmente; confortaos. 14Todas vuestras cosas se hagan con amor. 15Os exhorto, hermanos —porque conocéis la casa de Estéfanas, que es primicias de Acaya y que se han consagrado al servicio de los santos—
15. Estéfanas, Fortunato y Acaico eran los mensajeros enviados por los corintios a San Pablo.
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16que también vosotros os pongáis a disposición de ellos y de todo el que colabore y se afane. 17Me regocijo de la llegada de Estéfanas, Fortunato y Acaico; porque ellos han suplido vuestra falta, 18recreando mi espíritu y el vuestro. Estimádselo, pues, a hombres como ellos.

19Os saludan las Iglesias de Asia. Os mandan muchos saludos en el Señor, Aquila y Prisca, junto con la Iglesia que está en su casa
19. Aquila y Priscila le habían dado hospedaje en Corinto y están ahora con él en Éfeso. Véase sobre estos cónyuges ejemplares, Hch. 18, 2 y 26 y notas; Rm. 16, 3 y 5.
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20Os saludan todos los hermanos. Saludaos unos a otros en ósculo santo. 21Va la salutación de mi propio puño: Pablo
21. Véase 2 Ts. 3, 17. La firma de propio puño era sello de autenticidad
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22Si alguno no ama al Señor, sea anatema. ¡Maran-atha!
22. Maran-atha, palabras arameas que significan: Nuestro Señor viene. Así se saludaban los primeros cristianos para prepararse a la segunda venida del Señor. Véase Ap. 22, 20: “Ven, Señor Jesús”. Según la Didajé o Doctrina de los Apóstoles esta palabra formaba parte del rito de la Eucaristía. Cf. 10, 17 ss. y nota. El escritor judío Klausner ha hecho la siguiente observación a este respecto: “Para los primeros cristianos esta parusía de Jesús y su palabra de saludo era Marana tha (¡Ven, Señor nuestro!), y no Maran atha (Nuestro Señor ha venido)”.
23La gracia del Señor Jesús sea con vosotros. 24Mi amor está con todos vosotros, en Cristo Jesús.

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